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ALTERACIONES EN LA NUTRICIÓN DEL BONSAI. SOLUCIONES.

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Mensaje por AnCarl Lun Mayo 14, 2012 12:10 am

La nutrición de las plantas exige la presencia, en el medio que circunda
al sistema radicular, de un cierto número de elementos minerales
indispensables a su crecimiento.


Se sabe, en efecto, que la atmósfera es la única fuente de carbono,
absorbiendo este elemento -bajo forma de gas carbónico- durante el
proceso de la asimilación clorofílica. Solamente algunas plantas (las
leguminosas) son capaces de utilizar directamente el nitrógeno
atmosférico. Todos los demás elementos (incluido el nitrógeno) deben
estar presentes en el medio acuoso del suelo y en proporciones tales que
el desarrollo vegetativo pueda efectuarse armónicamente. La ausencia o
la deficiencia relativa de uno solo tiene como consecuencia la
disminución proporcional del crecimiento del vegetal, incluso si todos
los demás elementos estuviesen presentes en proporciones convenientes.


Las afecciones de nutrición son complejas. Pueden resultar de una
ausencia efectiva de uno o de varios elementos en el suelo.
Generalmente, la carencia se produce por la acción antagónica de otro
elemento que impide que el primero penetre en las raíces o lo bloquea en
el suelo bajo una forma inasimilable. Por ultimo, las condiciones
físicas y químicas del suelo y del subsuelo pueden provocar asimismo una
insolubilización o una fijación de los elementos.


Debe tenerse en cuenta que las alteraciones de nutrición predisponen
desfavorablemente a las plantas a los ataques de diversos parásitos,
así como a los productos tóxicos.


No sólo las deficiencias de alimentación, sino también fenómenos de
ordenes muy diversos se traducen a menudo en la desaparición de la
clorofila verde de las hojas y de los tallos y en la aparición de
coloraciones pálidas o amarillentas, llamadas "clorosis", atribuidas a
manifestaciones cuyas causas se analizaran en los secciones siguientes.


De una manera general, los síntomas de carencias alimenticias se
distinguen de otros daños (por ejemplo, enfermedades producidas por
virus, ataques de insectos, enfermedades por hongos, quemaduras por
tratamientos, etc.) en que éstas suelen manifestarse en forma de una
disposición simétrica en las hojas.


Puedes ver las carencias, los síntomas, causas, y medios de lucha sobre las alteraciones de esa nutrición.





Carencia de nitrógeno


Síntomas


Los síntomas de deficiencia de nitrógeno (N) son frecuentes en todos
los cultivos. Debido a la importancia que tiene este elemento en la
formación de numerosos componentes de las plantas (proteínas, clorofila)
su influencia en el desarrollo vegetativo es considerable. En los casos
de deficiencia de nitrógeno tanto el sistema radicular como las partes
aéreas se desarrollan mal; las hojas son delgadas, de color pálido o
verde amarillento, sobre todo en los primeros estados de la carencia.
Más tarde pueden aparecer tintes rojizos o anaranjados, especialmente en
las hojas y pecíolos más viejos. La defoliación se adelanta en el
transcurso de la temporada, de tal forma que las yemas laterales no
brotan. Como consecuencia de esta disminución de vitalidad, la floración
y la fructificación resultan igualmente restringidas.


Causas


La deficiencia de nitrógeno puede aparecer en todos los tipos de
suelos, pero se presenta principalmente en los suelos sueltos y
arenosos, pobres en materia orgánica y generalmente ácidos. El cultivo
repetido en el mismo suelo trae como consecuencia la carencia de este
elemento por destrucción de la materia orgánica y lavado de los nitratos
del suelo. Asimismo suele producirla el exceso de humedad, como
consecuencia de la débil actividad de las bacterias, que son incapaces
de realizar la descomposición de las materias orgánicas y la
nitrificación del nitrógeno.


Medios de lucha


El aporte de abonos nitrogenados conduce generalmente a resultados
satisfactorios y a menudo espectaculares. En los casos en que se desea
una acción muy rápida, puede tener buenos efectos una distribución de
nitrógeno en forma de pulverizaciones de urea.





Carencia de fósforo


Síntomas


Los efectos de la carencia de fósforo (P) presentan muchas analogías
con los síntomas de la deficiencia de nitrógeno. Así ocurre que el
desarrollo vegetativo del sistema radicular y de las partes aéreas es
débil. Las hojas son estrechas y pequeñas, y con frecuencia se produce
una defoliación prematura a partir de las hojas más antiguas. Se observa
un retraso en la apertura de las yemas y en la floración. La carencia
de fósforo determina una coloración oscura de las hojas: en ellas y en
los tallos aparecen tintes azul verdoso o púrpura. A veces se observan
incluso bronceados del limbo o necrosis parduscas en los bordes de las
hojas. Las semillas, que acumulan normalmente cantidades elevadas de
fósforo, también se ven afectadas; la carencia de este elemento se
manifiesta por una disminución notable en su numero y tamaño.


Causas


El fósforo existe en el suelo en diferentes formas, orgánicas o
minerales, mas o menos asimilables por las raíces. Los fosfatos son
fuertemente fijados por el suelo y su emigración es muy restringida; los
suelos arcillosos y pesados son los que poseen mayor poder de fijación.
En los suelos ácidos, los fosfatos resultan insolubilizados en forma de
fosfatos de hierro. En suelos alcalinos, la cal provoca su bloqueo. Las
lluvias abundantes y frecuentes arrastran los fosfatos por lavado.


Medios de lucha


En el aporte de abonos fosfatados debe tenerse siempre en cuenta la
reacción dcl suelo: los fosfatos básicos tales como los fosfatos
minerales, los polvos de huesos y las escorias de desfosforación, se
emplearán en suelos ácidos. Para los suelos neutros y alcalinos es
preferible utilizar fosfatos solubles en agua, como los superfosfatos.
Estos abonos deben depositarse lo más cerca posible del sistema
radicular de los cultivos.





Carencia de potásio


Síntomas


Los síntomas de deficiencia de potasio (K) suelen manifestarse
únicamente sobre plantas que ya tienen un cierto grado de desarrollo.
Aunque el potasio sea el único elemento nutritivo que no entra en la
composición de los constituyentes principales de las plantas (prótidos,
lípidos, glúcidos, clorofila), su acción no es menos importante en todos
los procesos del metabolismo vegetal. Elemento muy móvil, el potasio
emigra fácilmente de un punto a otro de la planta, y los tejidos más
viejos se agotan en beneficio de los más jóvenes. Además puede
producirse un excesivo consumo de este elemento.


Los síntomas, de deficiencia potásica se manifiestan primeramente en
los tejidos mas viejos, modificando su coloración, generalmente en
forma de oscurecimientos seguidos de necrosis y deformaciones. La falta
de potasa conduce por otra parte a un debilitamiento de los tejidos. La
calidad de los productos vegetales disminuye notablemente y la
sensibilidad de las plantas a las enfermedades ya las plagas resulta muy
acentuada.


Causas


La deficiencia de potasio puede ser debida a una insuficiencia real
de este elemento en el suelo, especialmente en terrenos arenosos o
humíferos calcáreos. Lo más frecuente es que el potasio asimilable sea
retenido por los suelos arcillosos en periodos de sequía. Por lo demás,
el potasio está fuertemente fijado en las arcillas pesadas y su
penetración en las zonas exploradas por las raíces resulta muy lenta.


Medios de lucha


La aportación de abonos potásicos no deberá ser descuidada en ningún
caso, ya que las extracciones de este elemento por las cosechas se
elevan a cantidades considerables.


En ciertos casos particulares, por ejemplo en árboles frutales, las
pulverizaciones repetidas sobre el follaje con sulfato de potasio en
solución al 2 % pueden dar muy buenos resultados. Sin embargo, los
abonados potásicos no deben ser exagerados ni dados unilateralmente,
pues el exceso de potasio provoca una deficiencia de magnesio.





Carencia de calcio


Síntomas


Los síntomas generales de la deficiencia de calcio (Ca) se
manifiestan principalmente en las hojas más jóvenes y en los centros de
crecimiento de las ramas y de las raíces. Se observan también
modificaciones morfológicas de las hojas, cuyos bordes se encorvan hacia
la cara inferior o adoptan una apariencia dentada. A menudo aparecen
clorosis o necrosis marginales. Los tejidos internos se debilitan,
disminuyendo la resistencia de la planta, que pierde entonces su porte
erguido y queda rastrera en el suelo. Las raíces se desarrollan mal y a
veces adquieren una consistencia gelatinosa.


Causas


El calcio es uno de los constituyentes de las paredes de las
células, cuya laminilla media está formada principalmente de pectato de
calcio. La falta de calcio determina, en consecuencia, un marcado
debilitamiento de los tejidos y una tendencia manifiesta a la depresión.
Este elemento interviene también en la formación de los tejidos
meristemáticos.


El calcio se encuentra en los terrenos en muy diversas formas, de
las que la caliza (carbonato cálcico) es una de las más conocidas. Bajo
la influencia del anhídrido carbónico, el calcio del suelo se solubiliza
parcialmente quedando así a disposición de las plantas. Sin embargo,
este elemento es fácilmente lavado por las aguas de lluvia y arrastrado a
las capas más profundas del suelo. Entonces puede llegar a producirse
una descalcificación completa, como en el caso de las cimas del Jura y
de los Prealpes suizos. Los suelos arcillosos resisten mejor al lavado
que los arenosos, silíceos o volcánicos, por lo que carecen con menos
frecuencia de calcio que estos últimos.


Por otra parte, en las plantas cultivadas en pleno campo, suele ser
difícil distinguir los síntomas de deficiencia real de calcio de los que
provocan otras carencias, frecuentes en medio ácido, como la
deficiencia de magnesio, de potasio, de fósforo, de molibdeno, y efectos
tóxicos por exceso de manganeso y aluminio.


Medios de lucha


Las enmiendas calizas son, en general, suficientes para restituir al
suelo la cal que le falta. Un encalado sólo es recomendable cuando el
pH es inferior a 5,4. Suele ser preferible no aportar grandes cantidades
de enmiendas a la vez, sino dosis moderadas del orden de 1000 a 1500
Kg. por hectárea de caliza molida en terrenos sueltos o poco humíferos, y
de 2000 a 2500 Kg. por hectárea en los terrenos fuertes o muy
humíferos. Las enmiendas calizas deben aplicarse siempre en otoño y
enterrarse con una labor.





Carencia de magnesio



Síntomas


La deficiencia de magnesio (Mg.) se manifiesta generalmente por la
aparición de clorosis o de coloraciones vivas en el follaje, con
formación subsiguiente de necrosis. Estos fenómenos se producen primero
en las hojas más viejas ya continuación se extienden gradualmente hacia
las más jóvenes, por emigración del ion magnesio hacia los centros de
crecimiento. En los vegetales leñosos se observa con frecuencia una
caída prematura de las hojas más viejas.


La clorosis que se manifiesta de una manera general en el caso de
carencia de magnesio está en relación con la desaparición del pigmento
clorofílico, en cuya molécula el magnesio entra como parte
constituyente.


Causas


La deficiencia de magnesio se produce en condiciones análogas a las
que concurren en la carencia de calcio. Puede ser efectiva en los suelos
ácidos, sueltos y arenosos. En tiempo lluvioso también puede producirse
un lavado. Una de las causas más frecuentes de la carencia magnésica es
el exceso relativo de potasio en el suelo. En efecto, estos dos
elementos actúan en forma antagónica uno frente al otro, y el exceso
relativo de potasio frena considerablemente la transferencia del
magnesio hasta en el limbo. Además, el desequilibrio potasio / magnesio
es responsable de la mayoría de las deficiencias magnésicas,
particularmente en la vid y árboles frutales. Por otra parte, la
deficiencia de nitrógeno acentúa la de magnesio. En resumen, un pH bajo,
un contenido reducido en humus y en nitrógeno, una débil proporción de
magnesio y una fuerte cantidad de potasio crean las condiciones más
favorables para una deficiencia de magnesio.


Medios de lucha


La aparición cada vez más frecuente de los síntomas de carencia de
magnesio justifica el empleo de abonos magnésicos, en forma de enmiendas
(caliza dolomítica, magnesia calcinada) o en forma de abonos (sulfato
de magnesia, Patentkali, sulfato doble de potasa y magnesia). Los
efectos de una aplicación en el suelo a veces tardan en manifestarse en
la planta. Por ello en casos graves conviene tratar el follaje mediante
pulverización de una solución de sulfato magnésico al 2 %, repitiendo
eventualmente el tratamiento con diez días de intervalo. Por último, se
impone asimismo una moderación en el empleo de abonados potásicos, a fin
de establecer un equilibrio racional entre estos dos elementos.





Carencia de boro


Síntomas


Los síntomas de deficiencia en boro (B) han recibido denominaciones
muy diversas a causa de las variadas formas que provoca entre las
diferentes especies.


En general se observan fenómenos de falta de desarrollo debidos a la
depresión del punto de crecimiento, una clorosis de las hojas jóvenes, o
a veces su enrojecimiento, y frecuentemente una alteración de los
frutos, con necrosis internas.


Causas


La deficiencia de boro se produce con más frecuencia en los suelos
arenosos y sueltos, en los que este elemento es fácilmente lavado por
las lluvias. Pero aparece también la carencia en suelos alcalinos,
turbosos o gredosos. Los encalados provocan una disminución en la
asimilación de este micro elemento por las raíces. Las condiciones de
sequía son igualmente favorables a la aparición de la carencia, la cual
es muy intensa cuando a una primavera lluviosa le sigue un verano seco.
La deficiencia de boro está muy extendida, pero puede ser fácilmente
corregida.


Medios de lucha


En terrenos calizos, en los que es de temer una deficiencia de boro,
y en plantas de cultivo intensivo, particularmente en las utilizables
por sus órganos subterráneos, debe efectuarse una aplicación de bórax
(borato de sosa), a razón de 20 a 25 kg/ha, antes de la siembra o
después de la recolección. El empleo de abonos bóricos conduce a los
mismos resultados. Pero conviene reservar las aportaciones de boro a los
cultivos de plantas utilizables por sus órganos subterráneos (que son
más exigentes) y no distribuir abonos bóricos en el curso de otros años
de la rotación o alternativa, a fin de evitar los efectos tóxicos de
excesos de este elemento en el suelo. En los árboles frutales, las
pulverizaciones de ácido bórico al 0,2 % sobre el follaje dan
generalmente buenos resultados. Estas pulverizaciones deben repetirse;
por ejemplo: una pulverización antes de la floración y dos tratamientos
después de la misma con diez días de intervalo.





Carencia de cobre


Síntomas


La deficiencia de cobre (Cu) suele estar localizada en zonas muy
particulares: en terrenos nuevos o muy lavados, en suelos arenosos o
turbosos, pobres en materias fertilizantes, o también en tierras de
brezo. Además, la aportación regular de cobre por medio de tratamientos
fungicidas cúpricos es suficiente para remediar esta deficiencia en
todos aquellos lugares donde aparece. Por lo tanto tiene una importancia
mínima.





Carencia de hierro


Síntomas


La deficiencia de hierro (Fe) aparece más a menudo en terrenos
alcalinos, ricos en calcio. Provoca clorosis debida a una desaparición
de la clorofila, pues el hierro es un elemento indispensable en la
formación de este pigmento.


Causas


Generalmente el hierro está presente en todos los suelos en
cantidades satisfactorias, y si se producen deficiencias es que este
elemento se encuentra en forma inaccesible a las raíces. En efecto, a
veces el hierro está presente en una forma asimilable en terrenos
ligeramente ácidos, en suelos neutros o alcalinos, pero es
insolubilizado de tal manera que las plantas se muestran incapaces de
absorberlo en la cantidad suficiente. Las aportaciones importantes de
fosfatos pueden igualmente provocar una insolubilización del hierro, en
forma de fosfato de hierro, incluso en terreno ácido.


El encalado excesivo produce a su vez una insolubilización notable
del hierro y, como consecuencia, la aparición de clorosis importantes.
Este riesgo es mayor en los suelos arenosos, que necesitan menos cal,
que en los suelos arcillosos o turbosos. En los suelos alcalinos, la
solubilización del calcio es más o menos fuerte según la naturaleza de
la roca madre. Cuando se trata de calizas tiernas, la solubilización es
fuerte, la proporción de caliza activa es elevada y las causas de
clorosis se encuentran reforzadas. Se trata, pues, de una clorosis
provocada, denominada también "clorosis caliza".


La deficiencia de potasio agrava generalmente la clorosis férrica.
Aunque constituye una de las principales causas de la aparición de
síntomas de clorosis en el follaje de las plantas, la carencia de hierro
no es, sin embargo, la única deficiencia que provoca tales
manifestaciones. También otras causas pueden determinar signos análogos
(humedad del terreno, etc.).


Medios de lucha


Teniendo en cuenta que la clorosis férrica casi siempre es
consecuencia de las condiciones desfavorables del medio, particularmente
el pH y la caliza, la aportación de sales de hierro al suelo no tiene a
veces efectos prácticos, puesto que estas sales se insolubilizan
rápidamente, como ocurre en el caso del hierro presente en el suelo en
forma natural.


En los árboles frutales y en la vid, las pulverizaciones repetidas
de sulfato o citrato de hierro al 0,3 %, desde el final de la floración,
y con diez días de intervalo, proporcionan a menudo resultados
favorables, pero no definitivos, debiendo renovarse el tratamiento cada
año. Los quelatos de hierro (sales orgánicas de hierro, más estables y
menos cáusticas, por ejemplo: sequestrene, etc.) deben utilizarse según
las concentraciones indicadas por los fabricantes. Estos quelatos
también pueden distribuirse en el suelo, superficialmente, a razón de 20
a 200 gramos por árbol, según la altura de las plantas.


En los árboles frutales se puede remediar la clorosis férrica por
medio de un «mulching» (hierba que se corta y se deja descomponer en la
tierra) o por aportación de materia orgánica.


En ciertos casos se puede inyectar a los árboles citrato de hierro
sólido, que se introduce en agujeros perforados en espiral alrededor del
tronco. Este tratamiento no deberá practicarse con demasiada
frecuencia.





Carencia de manganeso


Síntomas


La deficiencia de manganeso (MN) provoca la aparición de una
clorosis muy variable en las hojas, a veces acompañada de necrosis.
Afecta sobre todo a los árboles frutales ya los cereales, así como a
muchos cultivos herbáceos.


Causas


La carencia de manganeso aparece generalmente en terrenos humíferos,
sueltos y permeables, que poseen una reacción que va de una acidez muy
ligera (pH > 6,5) a la alcalinidad. Puede aparecer en suelos turbosos
y ácidos, a continuación de un aporte exagerado de enmienda caliza. El
empleo de basuras no fermentadas determina con frecuencia la aparición
de síntomas de carencia de manganeso. Esta deficiencia se observa
frecuentemente en las tierras donde la turba reposa sobre un basamento
de concha calcárea que las labores han llevado a la superficie. En los
árboles frutales, la carencia de manganeso se manifiesta igualmente en
las arenas de aluviones calcáreos. Los síntomas son más frecuentes en
tiempo húmedo que en tiempo seco.


Medios de lucha


Teniendo en cuenta que el manganeso, como el hierro, es rápidamente
insolubilizado en presencia de caliza activa, las aplicaciones de sales
de manganeso al suelo presentan, en general, un efecto limitado. En
ciertos casos, por ejemplo en terreno suelto y poco alcalino,
aportaciones de 100 Kg de sulfato de manganeso por hectárea dan
resultados favorables. Sin embargo, es preferible administrar el
manganeso en forma de pulverizaciones repetidas al follaje en los
primeros estados de la vegetación. Las concentraciones deben adaptarse a
los diversos cultivos: no debe sobrepasar el 0,3% en árboles frutales.


En todos los casos es conveniente no utilizar abonos de reacción
alcalina, sino, por el contrario, abonos de reacción ácida, tales como
el sulfato amónico y el superfosfato.





Carencia de molibdeno


Síntomas


Ciertos síntomas de deficiencia nutritiva, no aclarados durante
mucho tiempo, han sido atribuidos en estos últimos años a una carencia
de molibdeno (Mo). Se conoció primeramente por sus manifestaciones
características en el trébol y alfalfa en Australia y Nueva Zelanda.
Esta deficiencia es también la causa de diversas formas de depresión
vegetativa observadas en Europa en ciertos cultivos hortícolas,
principalmente en la coliflor. El molibdeno interviene asimismo en
calidad de cofactor en el proceso de reducción de nitratos en amoníaco.
En las leguminosas su presencia es indispensable para asegurar la
fijación del nitrógeno por las bacterias de los nódulos. Los síntomas
generales de deficiencia de molibdeno en las leguminosas son parecidos a
los de la carencia de nitrógeno, es decir, una coloración pálida del
follaje y un crecimiento restringido.


Causas


Los suelos de turberas altas y, en consecuencia, muy ácidos, puestos
recientemente en cultivo, determinan diversos accidentes de vegetación
denominados a menudo «daños de acidez» y que pueden atribuirse
parcialmente a la deficiencia en molibdeno; este elemento es
insolubilizado en medio ácido, contrariamente a los otros oligoelementos
que se encuentran bloqueados en medios alcalinos y calizos.


Medios de lucha


El encalado suele dar buenos resultados, siempre que sea moderado y
no eleve el pH del suelo a más de 6,5. Su efecto es solubilizar el
molibdeno fijado por una fuerte acidez del medio.


Por lo demás, el aporte de molibdato de sodio ejerce también una
acción favorable. En terrenos minerales, las aportaciones de 2 Kg de
molibdato de sodio por hectárea dan buenos resultados. Pero sobre
tierras humíferas, más ácidas, debe doblarse la dosis.





Carencia de cinc


Síntomas


La carencia de cinc (Zn) se manifiesta principalmente en los árboles
frutales, provocando la aparición de manchas amarillas en las hojas
adultas y una detención del crecimiento de los brotes, que forman
rosetas.


Causas


La falta de cinc puede manifestarse tanto en suelos muy ácidos como
en suelos muy alcalinos. Un fuerte contenido en fosfato provoca la
aparición de síntomas, probablemente por insolubilizaci6n del cinc, en
forma de fosfato de cinc. Un elevado porcentaje de humus favorece esta
carencia. Los suelos muy calizos, excesivamente abonados con estiércol,
son igualmente afectados.


Medios de lucha


Como para los otros elementos menores, la carencia de cinc no puede
apenas corregirse con la aplicación de sales de este elemento al suelo.
En árboles frutales es preferible efectuar, después de la floraci6n, una
pulverización con una solución de sulfato de cinc al 1 % y neutralizada
con 0,5 % de cal. Igualmente es posible efectuar una pulverización de
sulfato de cinc al 5 % antes del desborre.





Efectos antagónicos o sinérgicos entre los elementos minerales


Se ha señalado, en los párrafos anteriores, que ciertos elementos
ejercían un efecto antagónico sobre otros elementos, impidiendo su
penetraci6n en las raíces y su consiguiente asimilación por la planta:
quizás el caso más conocido es la acción desfavorable del potasio en la
asimilación del magnesio. Abonados abundantes en potasa determinan, en
efecto, la aparición de síntomas de deficiencia en magnesio. El caso es
relativamente frecuente en los árboles frutales.


Excesos relativos de nitrógeno son favorables a la absorción del
magnesio, pero en cambio impiden la penetraci6n del boro y del potasio.
La presencia de grandes cantidades de potasa en el suelo puede
igualmente provocar una carencia de boro; en cambio, favorece la
asimilación del hierro y del manganeso.


Los fosfatos pueden ser la base de numerosas deficiencias. Su
presencia en cantidades excesivas en el suelo determina una fijación,
bajo una forma inasimilable, del hierro, cobre y cinc. Su exceso también
impide la penetración del potasio. Por el contrario, ejercen un efecto
favorable en la reducción de la carencia de magnesio. Por su parte,
aportaciones importantes de magnesio tienen un efecto favorable en la
absorción del fósforo, pero en cambio se oponen a la penetración del
potasio.


El caso del calcio es completamente especial, puesto que este
elemento actúa también sobre la reacción del suelo. En terrenos calizos
las deficiencias en oligoelementos (boro, cobre, hierro, manganeso y
cinc) son frecuentes. Encalados intempestivos, que elevan bruscamente el
pH, provocan a menudo insolubilizaciones de estos elementos, que
resultan así inasimilables por las raíces y determinan entonces la
aparición de síntomas de deficiencias.


El molibdeno es una excepción; este oligoelemento resulta
insolubilizado en medio ácido y, por el contrario, libre mediante un
encalado apropiado.


Por lo demás, el calcio en exceso ejerce una acción desfavorable en la asimilación del potasio y del magnesio.
AnCarl
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